El 3 de noviembre, ha
sido un día gozoso y festivo para Ciutadella de Menorca. A les 12 del mediodía,
la reliquia de Don Bosco ha sido acogida en el santuario de María Auxiliadora,
donde le esperaba Mons. Salvador Jiménez, obispo de Menorca, la Familia
Salesiana y amigos y colaboradores de la obra salesiana.
De uno en uno, los
representantes de los diversos sectores de la obra salesiana han dirigido a Don
Bosco palabras de bienvenida. En algunos casos, no sin dificultad a causa de la
emoción que la visita del Padre, Maestro y Amigo ha suscitado. En su discurso,
el obispo de Menorca ha remarcado la idea de ‘familia’, para indicar que toda
la Familia Diocesana celebra gozosa la compañía de la reliquia de Don Bosco, un
santo que ha configurado profundamente la fisonomía de Ciutadella.
A las 5 de la tarde, los
miembros del núcleo de la Familia Salesiana ‒Salesianos, Hijas de María
Auxiliadora y Salesianos Cooperadores‒ y un buen grupo de amigos que han
querido acompañarles, se han reunido en torno de la urna de Don Bosco para
renovar la profesión religiosa o la promesa propia de los Salesianos
Cooperadores. Un grupo profesores y alumnos de la escuela han acompañado con
música la alabanza a Dios por el regalo de la persona de Don Bosco.
A las 7, el santuario no
podía acoger una persona más. La alegría y la fiesta juvenil han marcado la
celebración de la Eucaristía, que ha sido presidida por el P. Ángel Asurmendi,
superior provincial de la Inspectoría Mare de Déu de la Mercè. Ha sido una
celebración con todos los ingredientes propios de una Eucaristía en la que los
adolescentes y jóvenes han tenido un protagonismo muy especial, con sus cantos
y danzas. Don Bosco se ha encontrado muy cómodo entre ellos, seguro.
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